viernes, 11 de febrero de 2011
Hermandad de Las Siete Palabras
Real e Ilustre Hermandad Sacramental de Nuestra Señora del Rosario, Ánimas Benditas del Purgatorio y Primitiva Archicofradía del Sagrado Corazón y Clavos de Jesús, Nuestro Padre Jesús de la Divina Misericordia, Santísimo Cristo de las Siete Palabras, María Santísima de los Remedios, Nuestra Señora de la Cabeza y San Juan Evangelista.
a Archicofradía de las Siete Palabras es el resultado de sucesivas fusiones de diversas hermandades establecidas unas en el convento Casa Grande del Carmen y otras en la parroquia de San Vicente Mártir.
La más antigua es la Cofradía de Gloria de los Sagrados Clavos, Virgen de los Remedios y San Juan Evangelista, fundada a mediados del s. XVI y residente en el convento del Carmen, ubicación en la que formula regla (29 de noviembre de 1595) constituyéndose en corporación de penitencia con procesión el Miércoles Santo. A lo largo de la primera mitad del s. XVII vive época de esplendor, asiste a la procesión del Corpus y realiza con regularidad la estación penitencial con tres pasos: Apocalipsis (Sagrados Clavos), Cristo en la Cruz y Virgen de los Remedios.
Una segunda corporación de raíz carmelita era la Hermandad de Gloria de la Virgen de la Cabeza fundada en 1561 y propietaria de la capilla en la que se instaló la Cofradía de los Sagrados Clavos. El 1º de junio de 1677 esta corporación protagonizó una fusión de mutua conveniencia con la Cofradía de San Juan Evangelista (gremio de impresores) que, a pesar de su capacidad económica, carecía de capilla propia. La nueva cofradía también adoptó carácter penitencial y recibió tras la fusión un fuerte impulso.
En el siglo XVIII hubo ciertas dificultades para estas hermandades. En 1721 se hundió la Capilla obligando a la realización de importantes obras de reconstrucción (1721-1752), para cuya financiación tuvieron que enajenar parte del patrimonio. Sucesivas etapas de auge y decadencia marcaron la vida de la corporación durante la segunda mitad de la centuria. En 1798 se redactan nuevas reglas que suponen la fusión de las citadas corporaciones. La Hermandad comienza a titularse de las Siete Palabras.
De forma paralela, en la parroquia de San Vicente se había desarrollado otro proceso de fusiones. Aquí el elemento aglutinador fue la poderosa Hermandad Sacramental, cuyas primeras reglas datan de 1511. Esta Hermandad estaba instalada en la capilla de Santa Catalina, del patronato de los Alfaro y Bravo de Lagunas, desde la que jugó un papel decisivo en la historia espiritual y material de la parroquia. Entre otras importantes empresas artísticas, entre 1761 y 1782 construyó a sus expensas la magnífica Capilla Sacramental proyectada por los arquitectos Pedro de San Martín y Lucas Cíntora, joya del barroco hispalense.
Esta corporación se fusionó en 1794 con la Hermandad de las Ánimas Benditas (fundada en 1562), lo que permitió incorporar a su patrimonio la espléndida imagen de San Miguel Arcángel (Pedro Roldán). A su vez la Sacramental ya era propietaria, por donación, de la imagen de Jesús con la Cruz a Cuestas (Felipe de Ribas), titular de una antigua corporación de sacerdotes y que presidía el altar mayor de la Capilla Sacramental. Desde 1966 este Nazareno se advoca "de la Divina Misericordia".
Divina Misericordia
Su morfología responde a una interpretación libre de diseños de finales del s. XVII. Está realizado íntegramente en plata de ley. Lleva en las esquinas águilas bicéfalas de contenido simbólico, que expresan, respectivamente, el ascenso de la oración hacia el Señor y el descenso de la misericordia divina sobre los mortales. Las aves portan entre sus garras cartelas con los escudos de las hermandades penitenciales de la parroquia: Siete Palabras, Museo, Vera-Cruz y Penas. La labor relivaria es figurativa y descriptiva. En el centro de cada lado del canasto hay cuatro cartelas, en madera tallada y policromada, que representan bustos de imágenes cristíferas: Siete Palabras, Gran Poder, Cachorro y Pasión. En los ejes menores de la crestería aparecen ángeles argentíferos sosteniendo un cáliz y un copón, en manifiesta alegoría del cuerpo y la sangre de Cristo. En el frontal, un ostensorio, también en plata, recuerda el carácter sacramental de la corporación.
Los respiraderos constan de molduras superior e inferior que enmarcan cuatro cartelas de plata de clave simbólica. Representan santos lugares en los que se manifestó la misericordia de Dios: gruta de la Natividad (derecha), roca de la agonía (trasera), Santo Sepulcro (izquierda) y abadía del Tránsito (frontal).
Toda la orfebrería la realizó el taller Viuda de Villarreal entre 1977 y 1986. Las cartelas de talla policromada y los angelitos de idéntico material y técnica son de Rafael Barbero Medina (1981). Las magníficas andas se iluminan con cuatro faroles de cuatro luces, de cobre plateado, realizados en 1913 por Antonio Sandarán Arqués según diseño del pintor Virgilio Mattoni. En los entrantes del canasto hay dos guardabrisones en cada lado con coronillas de plata de José Manuel Ramos. El llamador, (Villarreal, 1977) representa a la Giralda, un ángel tocando una bocina y un candelero con una vela. Lleva maniguetas del mismo taller (1999-2000); faldones de terciopelo morado, cuyo frontal lleva el escudo de la Casa Real, y broches delanteros bordados, realizados todos en el Taller La Esperanza, así como paños de los respiraderos delanteros con motivos florales bordados por Juan Antonio Curquejo Morales (1990). El Señor viste túnica de terciopelo morado, lleva potencias flordelisadas, en metal sobredorado construidas hacia 1675-1700 y corona de espinas de A.M. Pérez Camacho (1992).
Misterio de las Siete Palabras
El paso fue realizado por Ricardo Reguera en 1881 según diseño de Joaquín Díaz Montero. Su estética es neobarroca y responde a criterios eclécticos caracterizados por el uso de materiales tradicionales del barroco pero con formas más serenas en las que se han simplificado las soluciones compositivas, pictóricas y cromáticas. El resultado es un producto artístico de valioso equilibrio estético. Los respiraderos, obra de Francisco Vélez Bracho (1931) enriquecidos por Ángel de la Feria (1995), se alejan, no obstante, de aquel criterio; la canastilla fue ampliada por Manuel Peralta en 1966 mediante la incorporación de un nuevo baquetón.
El grupo escultórico está compuesto por seis imágenes en madera tallada y policromada, todas de vestir a excepción del crucificado. La base iconográfica corresponde al evangelio de San Juan (cap.19), si bien la figuración deriva de San Mateo y de determimados escritos apócrifos. La propuesta escenografica se aparta del principio barroco de la penetración recíproca, quedando los efectos de las imágenes restringidos al espacio que ocupan, sin extenderse a su entorno (agitación transitoria). Esta característica, junto con el acercamiento naturalista propuesto por el artista, alejado de la gesticulación patética , hacen que del misterio emane una contenida emoción expresiva, de suave ritmo compositivo y naturaleza intimista que lo hacen extraordinariamente bello. La historiografía especializada valora este paso de misterio como uno de los clásicos de la Semana Santa de Sevilla, síntesis de las influencias estilísticas barrocas y románticas de la segunda mitad del s. XIX.
Las andas llevan en las esquinas cuatro ángeles mancebos (s. XIX y XX), colocados sobre peanas doradas talladas por Ángel de la Feria (1999). Se iluminan por seis candelabros, de cinco luces en las esquinas y de tres en los laterales. Lleva maniguetas doradas (Feria, 1995). En 2009 se le han añadido un hermoso conjunto de faldones con cenefa bordada de Fernández y Enríquez.
El crucificado lleva potencias de plata dorada de Orfebrería Andaluza (1992); la Virgen de los Remedios porta corona de metal dorado de Cristóbal Ortega (1893) y puñal de plata dorada de Hijos de Juan Fernández (1997). San Juan Evangelista lleva nimbo de plata dorada de Villarreal (1982) mientras que Santa María Magdalena y las otras santas Mujeres portan nimbos (aureolas) de orfebrería Santos (2001).
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