viernes, 11 de febrero de 2011
Hermandad de La Estrella
Se funda en 1560 en una capilla franciscana en Triana por capitanes de barcos que partían hacia Flandes. Las reglas de la hermandad fueron protocolizadas el 1 de septiembre de 1566 y aprobadas por Felipe II el 24 de diciembre de ese mismo año.1
En 1570 los franciscanos le ceden a la hermandad un terreno junto a su iglesia para construir una capilla donde rendir culto a las sagradas imágenes.4
En el año de 1600, la hermandad de Nuestra Señora de la Estrella se une a la de San Francisco de Paula. En 1644 D. Diego de Granado y Mosquera funda en una capilla de un hospital de Triana la hermandad de las Penas de Cristo Nuestro Señor, Triunfo de la Cruz y Amparo de María Santísima. Los hermanos de las Penas, en Cabildo General celebrado el 17 de junio de 1674, acordaron su unión con los de la Estrella que la aceptaron en el cabildo del 21 de junio de ese mismo año. Así, el 15 de julio de 1674, las hermandades se fusionan oficialmente y se acuerda la escritura de nuevas Reglas. La hermandad resultante se titularía: Nuestra Señora de la Estrella, Santo Cristo de las Penas, Triunfo del Santo Lignum Crucis y San Francisco de Paula.5
La hermandad se estableció en la capilla de los Mínimos y hacía estación de penitencia a la Real Parroquia de Santa Ana con tres pasos: El del Señor de las Penas, El de María Santísima de la Estrella y el del Triunfo de la Cruz.
A principios del siglo XIX el gremio de los alfareros ya estaba integrado en la cofradía, a pesar de que la ley de 1783 prohibía el carácter gremial de las Hermandades.4 En 1809 los franceses expulsan del Convento de la Victoria a los hermanos y destruyeron parte del convento. La cofradía tuvo que trasladar a sus titulares a otra capilla de la misma iglesia.
En 1835 la Hermandad casi llega a la extinción y por la desamortización de Mendizábal hubo de trasladarse al convento de San Jacinto.1 En septiembre de 1851 vuelven los cultos y la solemne procesión de las patronas, así como el quinario al Cristo de las Penas.
A causa de la revolución de 1868, el destronamiento de Isabel II, el reinado de Amadeo I y la instauración de la Primera República, se produce una disminución considerable de la actividad de los cofrades de la Hermandad.
Reparado el templo de San Jacinto y abierto de nuevo al culto el 2 de junio de 1878, se logra resurgir la antigua devoción a los titulares. Se procedió a la redacción de nuevas reglas, cuyas constituciones fueron aprobadas el 21 de febrero de 1891 por el arzobispo de Sevilla, Don Benedicto Sanz y Forés, e inscritas en el registro de asociaciones del Gobierno Civil.6
Desde 1891, la cofradía continuó realizando su estación de penitencia desde el Convento de San Jacinto en la tarde del Domingo de Ramos, siendo la única que la efectuara en 1932, el Jueves Santo, sufriendo varios atentados en su recorrido, donde se ganó el sobrenombre de La Valiente.
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